El perro de Pavlov


 
             
            Seguro que os suena el  nombre del perro de Pavlov pero seguramente no conozcas su historia real.  Este perro participó en un experimento hecho por el fisiólogo ruso Ivan Petrovich Pavlov. ¿Quieres saber en que consistió la prueba?

Pues dicen que Pavlov comprobó que si se pone comida o ciertos ácidos diluidos en la boca de un perro hambriento, éste empieza a salivar (reflejo de salivación), algo que supongo que os habrá parecido muy obvio. Pero además, se dio cuenta observando al perro de que el animal también salivaba simplemente oliendo o viendo la comida, o incluso cuando se acercaba la persona encargada de alimentarle, ya que el olor de la comida o la imagen de su dueño traiéndola ya las asociaba con comer. 
Pavlov decidió entonces llevar a cabo un experimento para estudiar nuevas conexiones entre un estimulo y una respuesta. Para ello, incluyó un nuevo elemento externo en el proceso, concretamente una campana. Durante varias semanas, tocaba la campana e inmediatamente daba de comer al perro. Transcurrido un tiempo, el perro comenzó a salivar solo con oír el sonido de la campana.
La salivación del perro ante la comida es una respuesta incondicionada; sin embargo, la salivación tras oír la campana es una respuesta condicionada.
Fue así como Pavlov formuló la ley del reflejo acondicionado, que viene a decir que cuando dos cosas acostumbran a ocurrir juntas, la aparición de una trae la otra a la mente.


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